Cuando se habla de calendarios, un pequeño error puede desencadenar un gran desfase a lo largo del tiempo. El calendario Juliano mejoró la precisión de su anterior, el republicano romano, pero a final de año seguía siendo más largo que el año tropical, llamado así porque es el tiempo que el sol tarda en volver a su posición original si se ve desde la tierra. Por ese motivo este calendario dejaba «colgando» un día cada 314 años.
El mayor problema existente es que ese error dificultaba calcular la fecha exacta de la Pascua. El concilio de Nicea decretó que el día tenía que caer el primer domigo después de la primera luna llena en el quinoccio vernal, así que el día finalmente fue el 21 de marzo.
Hubo muchas discrepancias entre la fecha del equinoccio vernal real y el concilio, y si hicieron algunas proposiciones a los Papas para hacer una reforma que se ajustara más. Ninguna de las propuestas se tuvieron en cuenta y aunque seguía siendo inexacto, el calendario Juliano siguió siendo el oficial en la iglesia cristiana.
Así pues, el Concilio de Trento aprobó en el siglo XV un decreto pidiendo al Papa que diera alguna solución para implementar un calendario correcto. Tardaron 20 años en dar con la solución más apropiada y poder ponerla en práctica. Finalmente fue el Papa Gregorio XIII quien promulgó una bula Papal que terminó llamándose Calendario Gregoriano.
Y al hilo del título que da pie a este artículo la anécdota fue que, debido a este cambio, desaparecieron 10 días del calendario en octubre de 1582 para que el equinoccio de primavera volvería a su fecha original: el 21 de marzo. De ahí surgen las palabras «10 días de octubre que nunca existieron». El mes no fue elegido por casualidad, ya que se pretendió que no coincidiera con ninguna celebración cristiana de importancia. Poco a poco la mayoría de los países fueron adaptando ese calendario a su vida hasta el día de hoy.
La cosa no terminó aquí y es que como decíamos al principio siempre existen desfases en cuanto a calendarios se refiere. Implementar un calendario es algo muy complejo y siempre surgen complicaciones. Lo que pasó es que los países de religión protestante u ortodoxa no aceptaron estos cambios y no quisieron adoptar este calendario. Esto hizo que la parte católica de Europa tuviera que saltar diez días por delante del resto de países protestantes. Sin duda debió ser curioso pasar de un país a otro y retroceder o avanzar 10 días en el calendario.
A partir del siglo XVII los países no católicos entendieron que el calendario Gregoriano era el más exacto, así que acabaron por adoptarlo hasta el día de hoy. Aún así hay ciertas religiones, sobre todo asiáticas, que actualmente se rigen por otro tipo de calendarios, pero eso ya es otra historia…